Mi experiencia electoral
Damas y caballeros, el domingo pasado me tocó estar en mi mesa electoral como Vocal para ayudar a que se llevase a cabo la fiesta de la democracia.
Voy a contar mi experiencia. Siéntense cómodos y si quieren píllense una bebida, no es corto de todo.
Sugiero empezar por leer este artículo de Ignacio Escolar http://www.eldiario.es/escolar/pucherazo_6_532356784.html.

Como es mi experiencia, no es extrapolable, tenedlo en cuenta. Además considero como Nacho Escolar que la manipulación significativa del resultado es casi imposible.
En mi mesa nos encontrábamos 5 personas: la presidenta, la vocal 2, 2 interventores del PP y yo mismo. Del resto de partidos no había interventores. A lo largo del día se pasaron un apoderado extra del PP y otro del PSOE. Del resto de partidos ni rastro.

Mi mesa se constituyó sin demasiados problemas. Cosas relevantes: en ningún momento yo ni nadie enseñó su credencial o DNI. Es decir, podría haber aparecido cualquier persona en mi lugar y nadie se habría enterado en ningún momento. Ésto lo considero grave. La presidenta era evidente que debía ser ella porque portaba la documentación que previamente había tenido que recoger en el Concello de Ourense.

Otra cuestión relevante es que la mayor parte de la gente parecía carecer de conocimiento sobre aquellas cosas que se pueden hacer con documentos oficiales y cuales no, como correcciones aceptables e inaceptables, etc. Teniendo en cuenta el tipo de documentos que manejamos y la importancia de una mesa electoral creo que sería deseable que la población en general estuviera al tanto de esos detalles. Alguna persona (había otra mesa más en el mismo colegio) estaba claramente sobrepasada por el simple hecho de tener que rellenar unos formularios e ir hasta un juzgado o tratar con la policía, con nerviosismo evidente.

Se ha descrito en ElDiario.es cómo es el proceso de funcionamiento de una mesa. Yo era la primera vez que estaba en una. Puedo afirmar que el manual nadie lo quiere seguir excepto unos pocos que consideramos que las normas existen por una razón. Hubo un caso en el cual incluso el representante de la administración nos alentó a cometer una ilegalidad (entiendo que no se puede clasificar como simple irregularidad) con el simple fin de hacer más sencillo el proceso. Simplemente alucinante.

Tras mi experiencia casi me atrevería a apostar que el número de mesas en España que recuentan legalmente es mínimo. Eso de que la presidenta abre los sobres y los va contando con los vocales ni de broma. Es un batiburrillo donde realmente casi nadie presta atención a lo que hace el otro y se van acumulando las papeletas en montones. Se me hace imposible que a las 23:00 en España se conozcan los datos del 90% de los votantes en unas generales si se ha recontado legalmente habiendo cerrado las urnas a las 20:00. Al congreso, vale, al Senado ni de coña si se recuenta primero el Congreso. Nosotros acabamos a las 23:30, al parecer es lo normal y tuvimos incidencias mínimas. No fue todo a la primera, pero solo hubo que recontar una vez el Senado, y la segunda vez que se hace es mucho más rápido que la primera puesto que las papeletas ya están colocadas por partidos fuera del sobre y la urna.

Los ciudadanos que están en las mesas en su mayor parte no quieren estar allí. No son conscientes de la importancia del proceso y les jode perder el día y un solo minuto más de lo necesario. En nuestra mesa yo pedí que el recuento se hiciera de acuerdo con el libro, me valió tres o cuatro insultos por parte de la presidenta y quejas constantes por parte de los interventores del PP. Las faltas de respeto fueron «in crescendo» cuando al no cuadrar el número de votos en el Senado sin haber recontado (es decir, tras solo contar la primera vez) me negué a lo que querían hacer los interventores del PP, la presidenta y sugería el representante de la administración, romper un voto aleatoriamente, añadir un voto aleatoriamente a un partido o falsear la lista de votantes. Como me negué en redondo, se volvió a contar (tardamos 5 minutos, menos que en discutir lo anterior) y los números cuadraron tras un sabio consejo para asegurar el conteo de la interventora del PP de la otra mesa.

Lo que es alucinante es cómo tanto la gente como el mismo representante de la administración están dispuestos a cargarse algo tan importante como el voto de un ciudadano o falsificar aunque sea mínimamente los votos de una mesa con tal de irse para casa. Me temo que no todas la mesas tienen a una persona que sea tan firme con la no manipulación de los resultados.

Finalmente hablando a lo largo del día (que da para mucho) con la vocal 2, hizo un comentario que me pareció digno de darle una pensada y debatir: ella sugirió que había estado pensando en escribir a la junta electoral para solicitar algo similar a la objeción de conciencia, por creer que este proceso no valía para nada. Es cierto que esa opción no existe, pero ¿debería existir?. Quizás la respueta pudiera ser sí, pero obviamente debería conllevar la renuncia al voto. Si tengo tiempo pensaré más y leeré sobre ello.

En resumen, estoy seguro de que una gran parte de los ciudadanos realmente no entienden lo que son las elecciones en su totalidad, es muy difícil movilizarlos para votar y estar en una mesa electoral para ellos es una condena aunque te paguen 63 euros (yo creo que no se debería pagar pero es otro tema). Esa condena muchos la ejercen de buena fe, pero sin seguir las normas. La posibilidad de manipulación de una mesa no es despreciable, pero la aleatoriedad del sorteo en cuanto tienes una población algo grande posiblemente hace que sea difícil. Por último estoy seguro de que las irregularidades son muchas y que en muchas mesas hay votos inventados o listados manipulados simplemente para que cuadre un voto descolgado y poder irse a casa sin importar lo más mínimo las consecuencias. Lo más grave es que te dicen que un voto más o menos no influye. Obviamente no son conscientes de la importancia que puede llegar a tener un solo voto y a la mayor parte de las personas les es ajeno por completo el método de asignación de escaños.