Hoy me he abierto una nueva cuenta en un banco. Y son varios los pensamientos que me vienen a la mente ante un hecho tan trivial.

Por una parte, la naturaleza de los bancos. Mi intención era unirme a uno de Banca ética, pero por desgracia no hay sucursales cerca, y aunque las piso poco, siempre es bueno tener una cerca por si acaso. El que he escogido seguramente no será mucho mejor éticamente, pero al menos no me roba (o me robará) descaradamente, y los trámites son mucho más ágiles que en mi banco actual, que parece del siglo XIX.

Por otro lado, no puedo evitar pensar que me hago mayor. Últimamente se suman pequeños detalles que requieren mayor implicación por mi parte y, por lo tanto, mayor responsabilidad. Poco a poco voy saliendo de la zona de confort. Aun siendo consciente de que hace años este paso era mucho más temprano, lo cierto es que tengo cierta resistencia a asumir que ya soy adulto. Me recuerda a algo que leí hace tiempo de la "infantilización" de la sociedad, y no puedo evitar sentirme identificado en parte. No me considero inmaduro, no obstante.