Llegó el jueves y se acabaron las reservas del Tesoro argentino. El saqueo de dólares nacionales pasaba a la etapa explosiva de saquear el Banco Central. (Quizá llegado ese caso, Caputo et al., ni se molestaban en volver.)
Esto obligó a Trump a intervenir -en la idea, ¿condenada al fracaso?, de que Milei es su títere local para pelearle, ¿inútilmente?, a China-, haciendo que el Tesoro yankee venda dólares en la plaza local.
Forzados entonces a hacer pública la intervención, añadieron lo del SWAP (que todo el mundo daba por descontado, sin mayor interés o expectativa) para ponerle algún barniz al cachivache.
Lo de LLA es irremontable. La ilustración más grotesca es el episodio Espert, que los involucra a todos, sin excepción (de Milei a Bullrich), y en especial el distanciamiento del resto de “la casta” estatal, que decide imponerles la narco-boleta (casi haciéndoles bullying). El FMI, Trump, Bessent, saben esto, o lo sabrán muy pronto. Pueden soltarles la mano en cualquier momento, y como fuere, no rescatan al pueblo argentino, sino a un puñado de grandes bonistas usureros.
El plan es más “ajuste” (incremento de la tasa de explotación laboral y transferencia de riqueza de los trabajadores hacia los capitalistas, incluidas la vejez y los recursos naturales), y devaluación. Lo primero atiza rebeliones populares (único verdadero factor de riesgo para los capitalistas y sus representantes políticos), y no parece que el oficialismo -aún con la ayuda plena de toda la “oposición”- esté en condiciones de encarar semejante tarea (llora Kristalina, y también Cristina). Lo segundo atiza la compra de dólares, es decir, su apreciación relativa, la brecha, el rulo, y el cepo o la devaluación precoz (en relación a las elecciones).
Emitieron tantos pesos que hay mucho margen de tipo de cambio para que se sigan demandando dólares. Las agroexportadoras ya adelantaron lo suyo. La quita de retenciones a otros exportadores no movió el amperímetro. No hay más de dónde sacar, de ahí que se llegara al absurdo de que el mismo Tesoro yankee sea el que venda dólares (“directo de fábrica”).
Sabiendo que van a devaluar, ¿a qué precio dejaría de ser negocio cambiar pesos por dólares? Depende del calibre de la devaluación en agenda -calibre que a su vez atiza la dolarización de activos, la reacción popular, la ingobernabilidad y el default por insolvencia… Cabe suponer que el dólar seguirá al alza (relativa, porque mundialmente hablando está a la baja), lo cual devalúa de facto e impulsa la recesión (volvió a volar la tasa de caución) e inflación, ergo, la mala performance electoral del oficialismo.
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