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Celestino Rodrigo, ministro de Economía de Isabel Perón, duró en el gobierno poco más de un mes, derribado por una huelga general histórica. En materia de duración, a Milei le está yendo mejor aunque los plazos se le acortan. Así, el gobierno se ve obligado a manejar la crisis sentado sobre las bayonetas de los gendarmes de Patricia Bullrich. Posición incómoda si las hay, al punto que el famoso protocolo ya se ha derrumbado. Se cayó en las movilizaciones porteñas y en los cortes de ruta misioneros. (...) Se debe aprovechar la histórica tradición asamblearia de la Argentina, del pueblo en las plazas. Convertir cada lugar de trabajo o de estudio en un centro de conspiraciones para preparar la necesaria huelga general, por 1 millón de pesos de básico, por la reincorporación de todos los despidos, por el blanqueo de los 8 millones de trabajadores no registrados, por la ocupación de toda fábrica que cierre, despida o suspenda.