La de veces que he escuchado eso del "menos malo de los sistemas" y he replicado que se lo digan a los excluidos, oprimidos y explotados que no vemos (o no queremos ver) si es el menos malo de los sistemas. A lo mejor no estamos en el lado peor del sistema, que es diferente.

«El menos malo de los sistemas» (o estás conmigo o estás contra mí) 

"El modelo económico-político en el que vivimos se pretende eterno, inevitable y relativamente perfecto. Pero hay trampas. Por un lado se asume que si bien la partitocracia capitalista es mejorable, al mismo tiempo se afirma que no hay otro sistema mejor. Por otro se asegura que es el mejor ordenamiento de la Historia y a la vez se transmite la idea de que es el único procedimiento posible. ¿Observa el lector las paradojas? Por supuesto que sí, y no tienen nada de extraño: la fe implica siempre alguna clase de contradicción, y el paradigma de la sociedad actual se basa tan sólo en la fe, en la creencia de que el tinglado funciona. ¿Qué, si no la fe, puede sostener la idea de que no hay nada mejor —o ni siquiera más opción— que el sistema capitalista basado en la unidad administrativa del Estado-nación? ¿Qué, si no es la fe, puede afirmar que el capitalismo no sólo fomenta la democracia, sino que es ésta inherente a aquél? ¿Y qué, en fin, si no la fe, puede llevar a tantas personas a convencerse de que este no es ya «el menos malo de los sistemas», sino incluso el único viable? Pero una creencia no es lo mismo que una certeza y la fe no es lo mismo que la verdad.

Este cuerpo de creencias, como cualquier otro, es fácil de desmontar. De entrada la afirmación que da título a este artículo lleva implícita una idea perversa. Afirmar a todas horas —sin fundamento específico— que es «el menos malo de los sistemas» ha acabado equivaliendo a decir que es el único ordenamiento viable. Hasta tal punto es así que incluso se interpreta la Historia de forma anacrónica, siempre en función del presente, como si las cosas hubieran sido siempre como ahora (pero con menos tecnología)."

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"Para confirmar la idea del «menos malo», el otro dogma de fe es que capital y Estado-nación conducen de forma inexorable a formas de ordenamiento democrático. Cabría preguntarse, para empezar, en qué consiste de verdad la democracia. Pero incluso si admitimos que los sistemas parlamentarios y de partidos son democráticos, tampoco es muy difícil concluir que el capitalismo ha sido y es perfectamente compatible con cualquier ordenamiento despótico: el fascismo italiano, el nazismo alemán, la «democracia orgánica» española, la teocracia saudí, el capitalismo de Estado soviético o, sin ir más lejos, eso que hay en China ahora mismo demuestran que no sólo no parece haber conflicto entre capitalismo y tiranía: es que el capitalismo se entiende de maravilla con la tiranía. Dicho sea de paso, incluso en las que se dicen democracias la tendencia va cada vez más por el camino de despojar al parlamentarismo de su escaso barniz de libertades, derechos y participación ciudadana."

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"Lo cierto es que en la dilatadísima trayectoria humana, que va mucho más allá de ese relato de criminales y matanzas que llamamos Historia, nuestra especie se ha organizado de formas innumerables. Algunas eficientes, otras terribles; muchas efímeras o irrelevantes, otras muy duraderas, dañinas, confusas y hasta demenciales. Ha habido de todo y el sistema actual no es más que un experimento entre muchos. En realidad, por sus resultados (imperialismo, esclavitud a gran escala, guerras mundiales, exterminios, apartheid, armas de destrucción masiva, destrucción medioambiental, explotación, telebasura, idolatría del trabajo, solidaridad institucionalizada…) cabría incluso clasificarlo como «el peor de los sistemas puestos en práctica». Pero incluso más allá de valoraciones siempre discutibles, de lo que no cabe duda es de que ni es único ni es eterno: quizá se podría mejorar, está claro que se puede cambiar por otro procedimiento y desde luego se podría suprimir sin más. Otra cosa es que la clase social que se beneficia de este desastre vaya a permitir cambios así, porque sí."

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"Por suerte, las cosas no son de verdad así. Como buena religión, el capitalismo miente (incluso cuando se dice ajeno al Estado: el capitalismo es el Estado). Claro que la humanidad se puede organizar de otra manera. De tantas como se quiera imaginar, y las habrá eficientes, terribles, efímeras, absurdas… La calidad de lo que depare el futuro depende de nosotros. Si somos capaces, entre todos, de imponer una alternativa, tal vez las cosas mejoren. Pero si dejamos el mundo en manos de los «emprendedores» que dominan hoy el cotarro, estos profetas —muertos vivientes— nos llevarán al desastre (si no lo han hecho ya, que podría ser). Abandonar el porvenir —éste sí, previsible— en manos de políticos y empresarios nos llevará sin remedio hasta el ideal siniestro de todas las místicas: la extinción. Y la combinación de capitalismo, patriotismo y política de partidos son pura mística. De nada vale rezar."