Juan Gabalaui

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El 20 de marzo de 2003 Estados Unidos invadió Irak. La gran mentira que sirvió de justificación a la agresión fue la existencia de armas de destrucción masiva. El 24 de febrero de 2022 Rusia invade Ucrania. La gran mentira es la existencia de un genocidio de los rusoparlantes y la nazificación de Ucrania. En Ucrania hay neonazis y un enfrentamiento bélico en el este del país pero hablar de genocidio y nazificación es una exageración premeditada. Una trampa en la que cae, fundamentalmente, la izquierda más dispuesta a creerse estos cuentos. La lectura geopolítica que practica esa izquierda no sirve para explicar lo que sucede sino para afianzar una cosmovisión caduca, manipulada y alejada de la realidad que les lleva a justificar y apoyar la agresión de un país militarmente poderoso contra una nación más vulnerable y débil. Uno de los argumentos que suelen utilizar, y que es compartido por algunos analistas tanto en la izquierda como en la derecha, es que la OTAN ha maniobrado en las últimas década para arrinconar a Rusia, lo cual implica que sea la OTAN la responsable de lo que está sucediendo y Rusia, únicamente, responde a la provocación. Este argumento es seductor, teniendo en cuenta que la OTAN, es decir, Estados Unidos, es la organización con mayor capacidad de destrucción del mundo. Pero es solo una excusa aventada por Putin. La invasión de Ucrania se enmarca dentro de una estrategia planificada para situar a Rusia donde Putin y sus partidarios creen que se merece estar. Make Russia great again. La concepción de una Rusia imperial frente a la unipolaridad estadounidense. Así Ucrania es solo un peón utilizado para colocarse en una posición más poderosa en el tablero geopolítico.


Una amenaza en Europa