
Trump nos muestra sin cortinas el funcionamiento del sistema. Las broncas, amenazas y desprecios que se realizaban en privado, ahora se hacen públicas, como si fuera un reality show, con cámaras y periodistas de testigos, y en directo ante los ojos de millones de personas. Se puede gritar, amenazar, extorsionar y abroncar a la vez que se menciona la diplomacia como la llave que resuelve todos los entuertos. Esta contradicción genera cortocircuitos en las cabezas de los espectadores. Te grito mientras glorifico la diplomacia para resolver nuestras diferencias. Te extorsiono mientras te critico que no quieras la paz. Muchas personas están perplejas ante este espectáculo pero la realidad es que el poder absoluto ha tratado siempre de esta manera a los débiles. Trump es la versión extrema de la política estadounidense desde el fin de la segunda guerra mundial. Pero es una versión de la misma canción. En estos días se habla de Estados Unidos como imperialista, como si en la época de Biden, Obama, Bush padre e hijo, Clinton, Reagan etc., hubieran sido otra cosa. Howard Zinn o Noam Chomsky explicaron con claridad aterradora las estrategias y técnicas utilizadas por este país para conseguir sus objetivos. Y con esta frase estamos hablando de millones de muertos y países social, económica y políticamente arrasados. Hablan de valores compartidos pero de alguna manera Europa debe decir alto y claro que no comparte los valores de un país depredador. ¿O sí?