La libertad de expresión en muchos países occidentales no es el resultado de unas condiciones de libertad, sino más bien es el resultado de que con un sistema de control tan intenso en realidad da igual lo que digas. A la élite dominante ya no le asusta lo que piense la gente… (1) Esto lo dijo Assange en una conversación con el expresidente de Google, Eric Schmidt, en junio de 2011, mientras estaba en arresto domiciliario en Inglaterra, y resume el estado de la libertad de expresión en la actualidad. Uno de los grandes logros del sistema capitalista es convertir la libertad en un lema publicitario voceado por las mismas masas que controla y que sirve para afianzar aún más el control. La voz del pueblo ha dejado de tener aristas y trabaja por el mantenimiento del estado de las cosas. Elon Musk o Mark Zuckerberg, protagonistas de la iniciativa privada de control de la ciudadanía en connivencia con los poderes públicos, se han erigido en figuras faro, admiradas y elogiadas por la mayoría de los medios de comunicación y de la población en general. Gran parte de las iniciativas que plantean son herramientas potenciales de control, que violentan las libertades y derechos de las personas, presentadas con un lenguaje de progreso y bonhomía que seduce a la mayoría. Son los representantes de un capitalismo de rostro humano que nos vende el dominio, el poder y el sometimiento disfrazados de avance y prosperidad.