En la última década ha aumentado el número de personas que han optado por eliminar la carne [y el pescado] de la dieta por razones éticas, y han incorporado a su vida opciones vegetarianas y veganas. Ya no es una opción vital pintoresca o extraña. El activismo de organizaciones animalistas, que han mostrado el funcionamiento cruel, despiadado e insensible de la producción alimentaria de origen animal, consiguió atraer a más personas, convencidas de la naturaleza sintiente y consciente de los animales y de la necesidad de reconocimiento de esta realidad. Las campañas mostraban crudamente el mal trato que se da a los animales en los mataderos y granjas y las prácticas insalubres de las grandes corporaciones alimentarias. Las redes sociales sirvieron para que esta realidad fuera conocida por un mayor número de personas que comenzaron a cuestionar su alimentación y la forma de relacionarse con los animales. Estas fueron las bases de un cambio radical en los hábitos alimentarios y en la conciencia sobre la relación con los animales: la información, basada en la evidencia, y la difusión a través de las redes sociales.