Juan Gabalaui

Juan Gabalaui at

El neo[viejo]racismo consiste en negar ser racista defendiendo ideas y acciones discriminatorias. La homofobia defiende los derechos de los homosexuales. Esta incoherencia, lejos de provocar cortocircuitos mentales, sirve para defender en el siglo 21 posiciones políticas que atentan contra derechos fundamentales. Santiago Abascal asegura que defiende a los homosexuales mejor que sus contrincantes políticos, define a Viktor Orban como un luchador que los defendió frente al comunismo o acusa a países europeos de abrir las fronteras para que entren inmigrantes que no respetan sus derechos. De esta manera es capaz de afirmar defender a los homosexuales mientras ataca a sus otras dos bestias negras: el comunismo y la inmigración. No dan puntada sin hilo. Su línea argumental se contorsiona de forma disparatada para defender lo que no defienden, lo que no quieren, lo que desprecian. No les importa la incoherencia sino repetir una y otra vez su argumentario, sin importar el contexto ni la conveniencia. La repetición consolida la lección. No ayuda a la reflexión pero sí a sembrar ideas que puedan florecer en el momento adecuado. Esta incoherencia impide que cada racista, homófobo o xenófobo se enfrente a sus propios demonios. Así, no son homófobos sino protectores de los derechos de la infancia. No discriminan a una persona por su orientación sexual u origen étnico sino porque no saben convivir. Son agresivos, ladrones, pervertidos, viciosos, es decir, atentan contra las buenas costumbres. Contra la civilización. Tienen razones para discriminar aunque estén adulteradas.

A la cara, tu democracia