Hace unos pocos meses escribí, de forma un tanto ingenua, que el movimiento nostálgico de recuperación del orden antiguo y de los privilegios masculinos, blancos y heterosexuales está condenado al fracaso. Hace unos pocos días el Tribunal Supremo de Estados Unidos revocaba las sentencias Roe v. Wade de 1973 y Planned Parenthood v. Casey de 1992, que garantizaban el derecho al aborto, y abría la opción de que los estados regulen y prohiban este derecho. Cuesta pensar que los derechos adquiridos después de años de lucha del movimiento feminista puedan ser cancelados por una mayoría conservadora pero es real. En relación a los derechos fundamentales y humanos no hay nada que se pueda dar por hecho, lo cual implica la constante defensa y desarrollo de cada uno de ellos. Esta decisión tendrá, esperemos, una respuesta contundente por parte del movimiento feminista pero demuestra que no podemos subestimar los discursos antiderechos por muy disparatados e irracionales que nos parezcan.