Juan Gabalaui

Juan Gabalaui at


Tenía un auricular en una oreja y mantenía una conservación con alguien del más allá. Andaba este señor de un lado a otro, moviendo los brazos, y no paraba de repetir ¡el ministerio del Interior! ¡12 balas! Se movía entre las personas que iban y venían por la Puerta del Sol de Madrid mostrando asombro e incomprensión. ¡Una carta al ministerio del interior! Me lo quedé mirando. Sus movimientos eran hiperbólicos, excesivos. Parecía una persona con cierto desequilibrio mental. Seguí caminando y me fijé que estaban montando una mesa informativa del Partido Popular, con la imagen de Ayuso y la palabra libertad sobre fondo azul, a los pies de la estatua ecuestre de Carlos III. Al cabo de un rato el señor se acercó a la mesa y comenzó a departir amistosamente con los allí presentes. Formaba parte del grupo de militantes populares. No era un loco. Era un militante de la derecha ayusiana. Estar loca es una cosa seria y, por supuesto, no es motivo de descrédito de nadie. Detrás de un problema de salud mental hay sufrimiento y dolor. Durante mucho tiempo se ha utilizado esta expresión como una forma de denigrar a una persona, especialmente si es mujer, y desacreditar sus ideas. El acrónimo IDA de Isabel Díaz Ayuso ha servido para despreciar a su persona fruto de la frustración de que maneje el poder. Pero sobre todo ha servido para ocultar lo que realmente es. Díaz Ayuso es una liberal extrema. No es una loca. Es una libertariana. Decir que está loca lleva a discutir sobre la superficialidad de sus declaraciones y propuestas y no sobre las implicaciones reales de sus propuestas y acciones de gobierno.

El señor de las 12 balas


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