
Saber de lo que se habla no está de moda. No es necesario tener conocimientos sobre algo para exponer una opinión de forma vehemente. Solo es necesario adscribirse a las opciones que se ofrecen. Esta adhesión se construye a partir de la afinidad ideológica con el mensajero, sin conocer demasiado el contenido. Es un ejercicio de confianza que convive paradójicamente con el creciente clima de desconfianza hacia la política y los políticos. Se hacen propios los planteamientos de alguien al que se considera uno de los nuestros y se defienden con pasión, especialmente en contextos de alta polarización donde se eliminan los grises y se defienden verdades absolutas. Este blanconegrismo no solo es un indicador del empobrecimiento del debate público, la crítica razonada y la reflexión sino también una consecuencia lógica de sistemas de representación donde son otras personas las que piensan, debaten y deciden. Si no existen mecanismos que trasladen el debate a la sociedad, esta se convierte en una mera receptora de las ideas de otras. Esta pasividad, buscada y alentada por los poderes políticos y económicos, provoca un efecto de atrapado en el tiempo. Una sensación de no avanzar y de discusión continua sobre los mismos temas.
Atrapadas en el tiempo
EVAnaRkISTO shared this.
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Hace tanto tiempo que casi ni recuerdo cómo era, pero ya le gustaría a los programas donde salen los listos discutiendo parcerse, siquiera mínimamente, a programas como La Clave